¿Cómo ganar una elección cuando fallan todos los planes?
Tanto en gestión empresarial como política la planificación juega un papel fundamental en la explicación del éxito o el fracaso. Los casos exitosos son aquellos que fueron bien planificados. Y los mejores planes son aquellos que contemplan incluso hasta las mas adversas contingencias. A estos planes se los conoce con el nombre de planes de crisis o riesgo.
Esta es una columna de marketing político. Soy un consultor en marketing político especializado en campañas electorales, así que me ceñiré aquí pura y exclusivamente a intentar explicar los planes de crisis o riesgo que creo ejecutaron los estrategas de la campaña del gobierno nacional que lleva como candidato a Sergio Massa, y que no tuvieron en cuenta sus rivales.
«En política todo está permitido, menos el fracaso».
En el alto juego del poder, en la «premier league» de la política, las elecciones tienen un solo objetivo: ganarlas. El resto se sarasa.
Esos que hablan de la batalla cultural. Esos que hablan de la construcción de consensos; etc. No hablan de política. Hablan de filosofía, pero no de política. Y la filosofía no construye la historia, solo entretiene el ocio de los intelectuales. La historia la construye la política.
La política, según la definió Maquiavelo hace 500 años, la ejecutó Perón hace 70 años o la explica hoy el gran consultor político Dick Morris, es «la lucha por el poder». Y en esa batalla, según suele contar el periodista Jorge Asís sobre la praxis peronista, «está todo permitido, menos el fracaso».
EL PROFESIONAL
Sergio Massa, me harté de decirlo en todos los foros donde opiné sobre él, es el político más profesional de la argentina. Es la persona que más se preparó para llegar al poder y gestionarlo.
No solo tiene escuela donde cursó todas y cada unas de las materias: el peronismo, sino además tiene posgrados donde rindió libre, salió mal, recursó y volvió a rendir: 2015 elección presidencial, fallida; 2017 elección a senador nacional por PBA, fallida: 2019 recursar regularmente y volver a empezar.
En esta elección presidencial 2023, Sergio está recontra preparado. Más que el resto. Más que nadie. Y como todo profesional recontra preparado tuvo un plan A, otro B, y por las dudas también hizo tantos planes de contingencias como calamidades imaginó sortear.
De boludo no tiene un pelo. Sabía que el gobierno del que forma parte es el peor de la historia y que era muy posible que surgiera un «Milei» como habían surgido en tantos otros países del mundo como Estados Unidos, Brasil, Chile, Ucrania… así que también se preparó para eso.
Si Massa no es ningún boludo, el peronismo menos. Es el partido más resiliente de la historia política justamente porque entiende mejor que cualquier otro el axioma darwiniano de la supervivencia de la especie: no sobrevive la más fuerte sino la que mejor se adapte.
Y lo que ayer era kirchnerista y antes de ayer menemista, hoy es massista.
Lo expliqué en esta misma columna en el mes de junio de este año, en la nota «Massa candidato, le alcanzará al peronismo para ganar?» donde afirmé que el mejor escenario que se le podía presentar al tigrense era que Patricia Bullrich le gane la interna a Horacio Rodriguez Larreta (clic aquí para ver: https://pgdconsultores.com/massa-candidato-le-alcanzara-al-peronismo-para-ganar/#page-content)
Juntar del otro lado de la oferta a «la derecha» le servía para contrastar su narrativa posicionándose en la mente del elector como el defensor de los derechos y la democracia contra los avaros individualistas.
Sustentaba esa tesis en nota del mes de diciembre del 2022, «la ventaja de los candidatos oficialistas», donde expliqué la teoría de la «aversión a la pérdida» estudiada por decenas de científicos sociobiólogos que estudiaron el funcionamiento del cerebro humano y descubrieron que las gentes somos cagones, perdón conservadores, que preferimos sostener el triste status quo a experimentar nuevas ideas (clic aquí para ver: https://pgdconsultores.com/la-ventaja-de-los-candidatos-oficialistas/#page-content)
También expliqué en nota «las razones emocionales del voto» que no importa que el dólar valga mil millones de pesos (de hecho ya varias veces en mi vida se fue a la mierda) ni que hubiera gente que no tuviera futuro, ni educción, ni salud… ni combustible… a causa de un mal gobierno. El voto no es racional sino emocional y entre esas emociones el miedo es el mas poderoso.
La campaña de Sergio Massa aplicó profesionalmente todos estos conceptos y en tal sentido su estrategia se basó en la implementación de planes A, B, C… X, Y… tantos como momentos y circunstancias debió afrontar el candidato. Como por ejemplo:
- Persuasión narrativa: Massa no se presentaba como «la continuidad» del gobierno de los Fernández sino como «el cambio» histórico del peronismo (el camaleonismo) abogando al fin de la grieta y en post de la unidad nacional.
- Apelación ideológica: solo Massa puede «frenar a la derecha»
- Activación emocional: «Bullrich y Milei vienen por tus derechos», con ellos vas a perder el subsidio al transporte, la educación, la salud, la energía… vas a perder calidad de vida.
Y si a ese miedo generado le agregas que una es «borracha» y el otro es «loco», bingo! - Clientelismo: Si todos los argumentos anteriores (los planes A, B, C… X) no dan resultados, el «plan platita» viene a su rescate. Y metiéndole guita en el bolsillo a los votantes vía eliminación de impuestos como ganancias e IVA y nuevos subsidios y bonos benéficos, se logran comprar votos desde el gobierno nacional. Obvio que en este sentido también el obsequio de bicicletas, lavarropas y heladeras de los intendentes del AMBA ayuda a fijar ese concepto clientelar.
PUEDE FALLAR
Aun semejante batería de planes tácticos, quirúrgicamente aplicados, las PASO fueron una piña directa al mentón de Massa. La victoria de Milei en esa elección fue crucial para activar el plan «Y»: robo de votos.
Por supuesto que los miles de errores no forzados cometidos por la oposición, tanto de Bullrich como de Milei ayudaron a que la elección general la ganara Massa.
Sería de una miopía supina omitir el daño que a la campaña de Bullrich le causó no haber encontrado una respuesta económica a los problemas de la gente, agravado por el Melcogate sexual de las últimas semanas.
También sería de una necedad absoluta no reconocer que los libertarios se «sobregiraron» de éxito creyendo que la victoria en la PASO los habilitaba para mear a los viejos radicales, a las madres con la patria potestad o al Papa de la iglesia católica, por ejemplo.
Pero no había lugar para la especulación. El peronismo no podía darse el lujo de perder ante una manga de inexpertos desconocidos e improvisados, así que activó el plan «Y»: «el aparato«. Y no solo el mafioso que roba boletas de los cuartos oscuros o aprieta autoridades de mesa en los escrutinios, sino el otro aparato el ciborg humano/maquina que cambia los telegramas de escrutinio haciendo que el sistema informático muestre votos inexistentes o elimine votos reales.
El mejor nombre que se me ocurre para llamar ese plan «Y» peronista es:
EL ROBO DEL SIGLO
Todavía no tenemos calculada la magnitud del desfalco electoral, ya que dado el amateurismo e improvisación de los fiscales y organizadores electorales de La Libertad Avanza no se ha podido computar con soporte físico de actas de cada mesa el 100% de las mesas escrutas. Pero, como bien dice el refrán, para muestra basta un botón.
Las siguientes imágenes son ilustrativas. Tres (3) mesas, una de Río Negro, otra de Mendoza y la tercera de Misiones, muestran como se adulteraron los telegramas para robarle votos a Milei.
MENDOZA
MISIONES
- Acta original
- Acta scaneada
- Sistema
RIO NEGRO
- Acta original
- Acta scaneada
- sistema
- sistema
EPILOGO
No justifica esta nota el error estadístico que cometimos la mayoría de las encuestadoras que predijimos ganador de la elección a Javier Milei, ya que «la mentira» de los respondientes y «la espiral de silencio» de los no respondientes nos jugó una muy mala pasada que muchos no supimos ver. Pero que el fraude atentó contra nuestros pronósticos, no hay dudas.
Aún así ese atentado que humilla nuestro ego no es lo importante. Lo verdaderamente importantes es que el fraude electoral denigra a la política y erosiona la democracia.
Pablo Gustavo Díaz
Consultor en marketing político