De ‘simios’ y ‘motoqueros de Rappi’ al fenómeno Milei
… de Pablo Díaz
“El electorado está compuesto por simios con sueños racionales que se movilizan emocionalmente”, afirmó en uno de sus libros y repitió en más de una entrevista periodística el célebre consultor político Jaime Durán Barba despertando la ira de mucha gente que se sintió agraviada por la caracterización del votante promedio hecha por el ecuatoriano.
«El votante típico de Milei es un motoquero de Rappi. Hombres jóvenes de clase baja» dijo el consultor político Alejandro Catterberg en un programa del canal de TV La Nación + haciendo estallar la bronca en las redes que se regó como pólvora por los medios tradicionales.
Asumo que un defecto que tenemos muchos consultores políticos es nuestra brutal simplificación semántica a la hora de exponer definiciones complejas.
Deduzco que en gran parte ella se debe a que los que nos dedicamos a la divulgación de conocimiento fuera del ámbito académico lo hacemos influenciados por la técnica del “for dummies” tan común en la escuela americana de comunicación y marketing.
Para dummies (algunos suelen asociarlo con “para tontos”, otros “para inexpertos o legos”, y a mi me gusta decir “para chicos de 5 años”) es una forma de intentar explicar fácilmente cuestiones complejas en un contexto mediático o presencial donde escasean el tiempo y la paciencia de la audiencia predispuestos para entender.
Lejos de defender las manifestaciones de los colegas, o de justificar las propias barbaridades dialécticas cometidas, la intención de esta nota es ayudar a los dummies, legos e inexpertos en la ciencia de interpretación de datos, a que el árbol (la semántica dummie) no le impida ver el bosque (el fenómeno detrás de Milei).
Empecemos por hablar de datos:
Javier Milei obtuvo el 17% (330 mil votos) en la última elección a Diputado Nacional en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, repartidos casi simétricamente a lo largo y ancho de toda la geografía porteña con un pico máximo de 19,2% en la Comuna 8 (zona sur de la ciudad, de clase media baja) y un mínimo de 14,8% en la Comuna 15 (zona norte de la ciudad, de clase media alta).
Milei es hoy el político argentino de mayor crecimiento en imagen positiva, que oscila entre 35% y 42%, y en conocimiento, superando el 90%.
La intención de voto presidencial de Milei también crece exponencialmente mes a mes situándose hoy entre el 18% y el 22%.
Una radiografía sobre la composición demográfica de esa intención de voto al candidato libertario nos muestra que son mayoría de hombres, 26%, contra el 10% de mujeres. Son también mayoritariamente jóvenes, 22% en promedio entre menores de 40 años a 18% entre mayores de esa edad. Atraviezan verticalmente toda la pirámide social, cuya base más amplia la conforman las clases sociales más bajas. Y su incidencia es notablemente mayor en los grandes núcleos urbanos (incluido el conurbano bonaerense) donde recoge en promedio un 25% sobre el 16% promedio que recoge en los pueblos más pequeños del interior del país.
Resumiendo: Milei recoge mayoría de adhesiones políticas en electores varones, jóvenes, urbanos, de clase media baja y baja.
Otro dato que es fundamental incorporar a este análisis tiene que ver con la composición socio económica general de la sociedad argentina que muestra su claro “empobrecimiento” producido en la última década.
Comparando datos del INDEC 2011-2021:
- En 2011 la clase Top (ABC1) representaba el 7% de los argentinos; en 2021 el 5%.
- En 2011 la clase Media alta (C2) era el 17%; en 2021 se mantuvo igual.
- En 2011 la clase Media baja (C3) alcanzaba al 30%; en 2021 era el 28%.
- En 2011 la clase Baja alta (D1) era del 32%; en 2021bajó al 19%.
- En 2011 la clase Baja más baja e indigente (D2/E) representaba el 15%; en 2021 ascendió al 31%.
Resumiendo: en la última década las clases más acomodadas de argentina (los que tienen capacidad de ahorro y pueden viajar al exterior) disminuyeron del 24% al 22% y las más desfavorecidas (los que necesitan planes y subsidios del estado para sobrevivir) aumentaron del 47% al 50%. Los ubicados entre ambos extremos de la pirámide (la clase media que a duras penas alcanza a llegar a fin de mes), también se achicó pasando del 30% al 28%.
Cabe aclarar que esta comparación estadística es considerando los datos recientemente publicados por el INDEC que corresponden al último semestre del 2021. Si a ellos los ponderáramos teniendo en cuenta la explosión inflacionaria del primer trimestre de este 2022 el empobrecimiento social argentino sería mucho más marcado. Y aquí está la causa que justifica el fenómeno Milei.
Ciento de miles de compatriotas que hace apenas una década atrás gozaban de un empleo fijo, en blanco y medianamente bien remunerado, vieron quebrar a sus empleadores o fueron despedidos, debieron recurrir a alternativas laborales de autogestión de ingresos (cuentapropismo), donde la comercial, provisión de servicios profesionales u oficios se reflejan en el crecimiento del monotributo que pasó de 2,3 millones de personas en 2011 a 3,9 millones registradas a fin del año pasado.
En ese millón seiscientos mil monotributistas nuevos surgidos en esta década los visualizamos en la calle en forma de carros gastronómicos, taxis Uber o ciclistas y motoqueros delivery de comidas como Rappi o Pedidos Ya.
Su calidad de monotributista lo coloca además en una especie de limbo económico-social que lo considera un paria: suficientemente “rico” para recibir ayuda del estado (excluyéndolo de la AUH, planes o tarifas sociales) y suficientemente “pobre” para acceder al mercado financiero (excluyéndolo de las cuenta corriente bancaria con giros en descubierto, tarjetas de créditos, créditos hipotecarios, préstamos personales, etc.) obligándolo a vivir con el efectivo que hacen diariamente. Efectivo en pesos que se devalúan día a día por la creciente inflación.
Cúmulo de condiciones microeconómicas (empleo precario no asalariado y exclusión del sistema financiero) que se mezclan con el patético ombliguismo político que muestran la gran mayoría de dirigentes más preocupados por acomodarse al paso de la rosca política que de solucionarle a la gente estos problemas mencionados, generando un estado de creciente malhumor, inteligentemente aprovechado por el candidato libertario Javier Milei para armar la retórica de su discurso.
“No todo aquel que apoya a Javier Milei electoralmente comparte una idea de liberalismo económico. No hay que pensar que hay un cambio de un corrimiento de la sociedad hacia esa ideología. Lo que hay es enojo y bronca, por lo que Milei logra captar eso que no está en un votante más lúcido, razonado y formado«, agregó Catterberg a su frase de marras. Y ya hemos visto acá que con justa razón.
El problema una vez más pretende ser el mensajero y no el mensaje que lleva. El chivo expiatorio ideal en un contexto de polarización política dónde cualquier mínimo hilo suelto es usado como mecha para encender bombas mediáticas.
Era mas útil a los fines políticos quedarse con la caracterización del sujeto “El motoquero de Rappi” que profundizar en su análisis para entender que el fenómeno Milei se justifica en el fracaso de los políticos que nos gobernaron en la última década.
Se equivocan los faros del macrismo si creen que la apelación estigmatizante del votante de Milei descalifica su imagen y pone techo a su voto. Se equivocan los faros del kirchnerismo si consideran que Milei solo le “roba” votos por derecha al macrismo. Un estudio exhaustivo del electorado les mostraría hoy que el libertario junta los votos blandos de ambos espacios que incrementa con votos “propios” ganados de las nuevas generaciones centennials que ninguno de los grandes espacios está pudiendo interpelar.
Quien parece estar entendiendo esto dentro del universo tradicional de la política, al menos en mi visión del escenario, es el inefable presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, que emprendió una titánica tarea de amansador de halcones y simplificador de comunes denominadores.
Pero ese es tema para otra nota posterior.
Pablo Gustavo Díaz
consultor en marketing político