House of Cards

House of Cards

15 de agosto de 2023

Es muy posible que las elecciones del año 2023 en argentina queden registradas en los manuales de ciencia política como las del derrumbe de los “castillos de naipes”.

La partidocracia: 1er. castillo derrumbado

En el siglo XX se instaló en el mundo la idea de que los únicos que podían representar al pueblo en el gobierno eran los partidos políticos. Así se consolidaron o fundaron los grandes partidos nacionales y populares como la UCR y el PJ en Argentina.

La mentalidad imperante era que para alcanzar el poder de los Estados había que realizar una larga carrera dentro de ellos hasta llegar a la cima. Quien lo lograba se convertía en “estadista”, líder indiscutible de un espacio conformado por férreas estructuras burocráticas que sostenían “el aparato”.

Durante la llamada crisis del campo en 2008 en Argentina, la presidenta de la nación Cristina Fernández de Kirchner azuza a los renegados ruralistas que la cuestionaban con la frase «Si quieren tomar decisiones de gobierno, formen un partido y ganen las elecciones«.

Allí marcharon los campesinos encolumnados tras la figura del empresario Francisco De Narváez, a las elecciones parlamentarias del 2009. Y le ganaron al kirchnerismo, representado por Néstor Kirchner, expresidente y esposo de la mandataria. Sembrando la semilla que germinaría en 2015 con triunfo nacional de otro ajeno a la política, Mauricio Macri.

Irrumpen los outsiders, pero aun la política se amoldaba a la matriz partidocrática. Corría el año 2018 y en el programa “Intratables” del Canal América TV, se produce un acalorado debate motivado en las malas políticas económicas implementadas por el gobierno de Macri. “Vos qué sabés si nunca gobernaste nada! Armá un partido y gananos las elecciones” azuzaba el diputado nacional oficialista Daniel Lipovetzky a un ignoto economista llamado Javier Milei.

Dos años más tarde, Milei funda el partido La Libertad Avanza con el que gana su banca en el congreso de la nación por el distrito CABA y, pese otras chicanas recibidas por la burocracia política sobre su “falta de aparato”, este domingo fue el candidato a presidente de la nación más votado en las PASO presidenciales superando a los candidatos de los grandes aparatos.

Ya no se necesita contar con grandes estructuras partidarias para ganar una elección nacional.

La fidelización ideológica y afectiva: 2do. castillo derrumbado

“Si Milei pierde en todas las elecciones provinciales y municipales ¿Cómo va a ganar la presidencia?”, fue una de las preguntas que más me hicieron periodistas y políticos cada vez que requerían mi opinión sobre el estado del mercado electoral.

Vivimos en la era del votante desregulado. Elector independiente. Sin el compromiso afectivo con los sellos partidarios de sus antepasados. De voto volátil que otorga a quien cree que mejor lo representa en cada nivel del Estado según el contexto particular de cada elección.

Un ejemplo cercano. El 16 de abril los vecinos de la ciudad de Neuquén eligieron para intendente municipal a Mariano Gaido del Movimiento Popular Neuquino (MPN). Y en el mismo acto eleccionario votaron para gobernador de la provincia a Rolando Figueroa del partido Comunidad. Este domingo 13 de agosto esos mismos electores eligieron para presidente de la nación a Javier Milei del partido La Libertad Avanza.

Caso similar sucedió en las provincias de Mendoza, San Luis, La Pampa, Córdoba, Jujuy, Santa Fe y otras 10 provincias más donde diferentes partidos ganaron la gobernación y los municipios, y el domingo pasado Javier Milei arrasó en la PASO presidencial, alcanzando por ejemplo el 48% de los votos en San Luis y el 49% en Salta, donde apenas un par de meses antes habían ganado la alianza Cambiemos y el peronismo, respectivamente.

Billetera mata galán: 3er. castillo derrumbado

-“¿Cuánto sale una campaña electoral de primer nivel? Primer nivel, quiero ser campeón. No quiero terminar a mitad de tabla” le pregunta el periodista Alejandro Fantino al consultor político Gustavo Marangoni en su programa de streaming por Neura Media.

-“En el ambiente hay como una suerte de mito que dice que una elección presidencial vale cien palos verdes”, contesta el politólogo. Cien millones de dólares o su conversión al cambio actual, 70 mil millones de pesos.

El costo económico ha sido siempre el principal filtro con el que la política dejó afuera de las campañas a decenas de pequeños partidos o candidatos desconocidos. La política no es para secos. Eso lo dejó claro Raúl Alfonsín cuando contó que para pagar el costo de la impresión de las boletas en 2003 tuvo que hipotecar el edificio del comité nacional de la UCR.

Un rumor instalado en el ambiente es que para la elección presidencial de 2015 mauricio Macri juntó a un grupo de grandes empresarios nacionales “amigos” a los que les pidió que invirtieran el 1% de su patrimonio para financiar la campaña. “Quieren que sea su candidato, pónganla”, dicen las malas lenguas que les habría dicho. También en el ambiente circula el rumor de que Scioli habría gastado más dinero que Macri en aquella campaña.

En la última campaña para las PASO del pasado 13 de agosto fue obsceno el despliegue de dinero que pusieron en marketing y publicidad los candidatos de Juntos por el Cambio, Horacio Rodriguez Larreta y Patricia Bullrich. Especialmente el primero que, citando a uno de sus socios políticos, Martín Lousteau: «Larreta todo lo que puede comprar lo compra… «, como encuestas que lo ubiquen primero, por ejemplo, parafraseando a los periodistas acólitos de los grandes medios concentrados porteños, “a 4 ó 5 puntos arriba de Patricia y ganando la PASO”.

Por mencionar solo un ejemplo de esto: en un solo spot publicado en internet en la última semana de campaña, Patricia Bullrich gastó más de 115 millones de pesos, tal lo relata el multimedios Realpolitik, transformando ese spot en el video político argentino más visto en la historia de Youtube con 12 millones de reproducciones.

Un análisis comparado de la publicación paga de Bullrich contra un video orgánico de Milei muestra que el video de la candidata del PRO tuvo 70 veces más vistas, pero solo consiguió la mitad de los comentarios y 4 veces menos likes que el video del libertario, que no puso un solo peso en la promoción de su spot y dejó su viralización en manos de sus simpatizantes.

“No siempre el candidato con más dinero gana las elecciones. Hay muchos factores a tener en cuenta, pero seguro que uno de ellos es cuán eficazmente se gasta el dinero disponible. Es fácil malgastar dinero en campañas políticas –y muchos candidatos lo hacen-. Y ocasionalmente es posible ahogar a un oponente en un mar de dinero. Pero en la mayoría de las campañas el probable ganador es el que gasta mejor su dinero”, afirmaba el maestro universal de la consultoría política, Joe Napolitan.

El poder de los grandes medios: 4to. castillo derrumbado

El poder del discurso único, repetido de manera dogmática por miles de periodistas y centenares de medios de comunicación que integran los principales grupos periodísticos concentrados y la capacidad de instalar la agenda de discusión se sintetizó durante muchas décadas en una frase: “nadie resiste tres tapas de Clarín en contra”.

La llegada del kirchnerismo al gobierno contrarrestó ese poder casi omnímodo de las elites económicas, representado en el gran diario argentino, con la creación de un ecosistema propio de medios con C5N, Página/12, Radio 10 a la cabeza de otra decenas más de medios y centenares de periodistas sustentados en la pauta oficial del gobierno.

Así se formó un sistema oficioso de medios de ambos lados de la grieta, en los que cada espacio tercerizó sus campañas de operaciones políticas a favor de los suyos y en contra de los adversarios.

Milei cerró esa grieta, logrando que todos los medios y periodistas repitan el mismo mensaje negativo contra él: Incestuoso (mantiene relaciones sexuales con su hermana), loco (habla con su perro muerto), esotérico (usa el tarot para seleccionar candidatos … esto último además y sin tapujos en colisión contradictoria con otras acusaciones como que vende las candidaturas a cambio de dinero de los varones o de sexo de las mujeres), traficante de órganos, despedidor masivo de empleados públicos, esclavista laboral, y miles de etcéteras más que pudieron escucharse este último mes en boca de periodistas que además entrevistaban a colegas consultores que sostuvieran con sospechosos estudios de opinión “la caída de Milei en las encuestas”.

Igual que Donald Trump en su campaña electoral en Estados Unidos y Jair Bolsonaro en la suya en Brasil, Javier Milei en Argentina pudo hacer frente a este inmenso poder comunicacional con la ayuda de las redes sociales. Trump sostuvo su diálogo con la gente a través de Twitter y Facebook. Bolsonaro gracias a Youtube y Whatsapp. Milei lo hace con TikTok y Twich, principalmente y también Youtube.

Donde la comunicación no es vertical sino horizontal. Donde no sirve la “bajada de línea” sino el dialogo. Donde no hace falta gastar miles de millones de pesos en pauta o sobres a periodistas, sino seducir con ideas claras y conductas ejemplares a los seguidores para construir comunidades de cibermilitancia.

Epilogo

El sistema político que se construyó en estos últimos 40 años de democracia está mostrando graves fallas estructurales que amenazan seriamente su integridad. Producto del anquilosamiento de sus estructuras, de la alcahuetería en su burguesía y de la mediocridad de gran parte de su dirigencia.

Como en el cuadro del castillo de naipes pintado por Jean Siméon Chardin en 1735 que dio origen al nombre de la mítica serie política de televisión “House of Cards”, podemos ver su fragilidad.

Pablo Gustavo Díaz
Consultor en marketing político