Las encuestas no fallan, los que las interpretamos si
La primera frase inmediatamente conocido el resultado de cualquier elección es “ganó fulano o perdió mengano”, la segunda es “otra vez fallaron las encuestas”.
La reciente elección presidencial de Brasil es una muestra cabal de esto. Los comunicadores no se cansaron de repetirse en la falla de las encuestas que “no acertaron en el resultado que habían pronosticado”.
Hay varias formas de dar con un resultado electoral. Una es tener la bola de cristal de las brujas que posibilitaría ver el futuro. Otra es poseer la máquina del tiempo que permitiría viajar al futuro para conocerlo y volver aquí para contarlo. Una tercera opción sería simplemente adivinar, como en la lotería. Pero ninguna de ellas es el método que utilizamos los investigadores profesionales de opinión pública. Nosotros hacemos encuestas, y algunos además, análisis de comportamiento usando BigData.
De manera muy general y lo más simple posible intentaré en esta nota explicarte donde reside el problema de diferencias de resultados electorales con las encuestas que se está manifestando últimamente.
El objeto principal de las encuestas no es predecir el futuro sino conocer el presente.
Es importante entender que el fin principal de las encuestas es conocer el presente. Conociendo el presente del mercado electoral los estrategas políticos pueden “ajustar” las variables de su oferta que inciden en las preferencias de la demanda y así arribar al futuro deseado, por ejemplo, ganar una elección.
El tiempo es una de esas variables que incide sobre la realidad del mercado.
Mientras más lejos de la elección se realice el estudio más margen de acción tendrá el estratega para trabajar sobre los ajustes de su oferta. Y mientras más cerca de una elección se realice el estudio menos probabilidades tendrán de alterar el escenario. Por eso las encuestas más fiables para conocer la realidad de un mercado electoral son las de “boca de urna o salida” ya que se hacen en el mismo momento de la elección.
Las únicas encuestas que pueden ser verdaderamente tomadas como predictoras de resultados electorales son las de “boca de urna” o “salida”.
El sistema de encuestas de opinión que usamos mayormente los investigadores de mercados es el denominado “muestreo probabilístico” inventado por George Gallup en el primer cuarto del siglo pasado para la elección presidencial norteamericana. Se basa en seleccionar aleatoriamente un grupo de personas que representen lo mas fielmente posible el universo de estudio y hacerles preguntas.
Los resultados arribados bajo este sistema tienen un “error muestral o estadístico” implícito en el cálculo, que varía dependiendo el tamaño de la muestra que tomemos. A mayor tamaño de la muestra menor será el margen de error.
En los cálculos de las respuestas afirmativas que nos dan los entrevistados generalmente coincidimos todos los investigadores, más menos el margen de error estadístico calculado en la muestra. En lo que solemos diferir es en el calculo de las respuestas que no nos son respondidas y que normalmente las encapsulamos en un ítem que denominamos “indecisos”, Ns/Nc.
Y acá se presenta el padre del borrego en cuestión, ya que a las datos recabados sobre la intención de voto a cada candidato le añadimos nuestras “inferencias sobre los indecisos”. Y ahí, encuestadores aventurados y comunicadores ansiosos en dar la noticia es donde la cagamos.
Denominamos indecisos a esos entrevistados que no nos dicen a quién votarán. Y generalmente su número oscila entre un 5% y un 25% dependiendo del momento en que hagamos la encuesta. A mayor distancia con la elección, mayor será su cantidad y viceversa.
La prensa especializada, como los clientes que nos pagan por los estudios, nos requieren certezas y presentar nuestros trabajos con más de 10 puntos de indecisos es todo lo contrario a ello, así que ahí dejamos fluir nuestra creatividad haciendo algo conocido con el nombre de “proyección de indecisos”.
Algunos colegas suelen proyectar ese porcentaje sobre el total de las opciones manteniendo la proporcionalidad de los mismos. Esto sirve para ampliar los niveles de las opciones afirmativas disminuyendo la incertidumbre. Pero el riesgo implícito en ese método, que podemos considerar “conservador”, es que asume que los indecisos cuando hagan su elección imitarán fielmente la conducta de los demás entrevistados.
En PGD consultores no hacemos eso. Nosotros complementamos el tradicional método de Gallup con un desarrollo propio de algoritmos informáticos de inteligencia artificial, basados en inferencia ecológica sobre diferentes variables del comportamiento del entrevistado.
Nuestro “innovador” método de proyección de indecisos tampoco garantiza resolver con exactitud el problema de la incertidumbre, ya que hasta ahora solo hemos logrado disminuirla hasta en un 83%, pero al menos consideramos que es más eficaz que la proyección proporcional que usan algunos colegas.
El riesgo implícito en nuestro método está en asumir que la gente mantendrá cierta coherencia en su comportamiento futuro con su comportamiento pasado y sus afinidades declaradas. Y aquí es donde descubrimos que, además de padre, el borrego tiene madre: la “espiral del silencio”.
Descubierta por la politóloga alemana Elisabeth Noelle-Neumann. La “espiral del silencio” se resume en que mucho votantes, por vergüenza o miedo al bulling que le puedan hacer, prefirieren ocultar su intención de voto bajo la opción de “indeciso”. No son indecisos ya que tienen muy claro lo que van a hacer, solo que prefieren no decirlo.
La espiral Brasilera y sudamericana
En las recientes elecciones presidenciales de Brasil el resultado final fue, chirolas más chirolas menos,
- 48 para Lula (PT);
- 43 para Bolsonaro (PL);
- 4 para Simone Tebet (MDB) y
- 3 para Ciro Gomes (PDT).
La encuestas de boca de urna o salida realizadas por Globe Elections History Society Center (GEHSC) arrojó:
- 46,1 para Lula;
- 41,9 para Bolsonaro;
- 4,9 para Ciro Gomes;
- 4,7 para Tebet y
- 2,4 para Otros.
Si comparamos esa encuesta con el resultado de la elección vemos que sus números se encuentran dentro del margen de error estadístico, con lo que puede considerarse como una predicción acertada.
Pero esta nota no se trata solo de refutar empíricamente la propaganda negativa que algunos comunicadores hacen de las encuestas, sino explicar donde estuvo el error de las demás muestras previas a ese día.
Analizando todas las encuestas realizadas en la semana del 22 al 29 de septiembre vemos que sus resultados oscilaban entre un máximo y mínimo de 48 y 43 para Lula; 41 y 35 para Bolsonaro; 7 y 3 para Ciro Gomes; 7 y 4 para otros; con 9 y 2 de indecisos.

Los puntos representan los valores unitarios de cada encuesta para los diferentes candidatos. Las líneas el promedio semanal de ellas.
Allí notamos que sus diferencias no se encuentran en los pronósticos hechos sobre Lula, Ciro o los demás candidatos, sino únicamente sobre Bolsonaro. Dicho de otra manera, las encuestas previas más lejanas en el tiempo no habrían fallado su pronóstico con Lula, Ciro y los demás sino solo con Bolsonaro.
Ahí se presentó la “espiral del silencio”: Mucho votante de Bolsonaro, por vergüenza o miedo al bulling que le puedan hacer, prefirieron ocultar su intención de voto al actual presidente bajo la opción de indeciso o no votante.
Esta misma “espiral del silencio” es la que se hizo presente en las encuestas previas a la elección de Colombia que no pudieron prever la magnitud de voto de Rodolfo Hernández, o en las encuestas previas a la elección presidencial de Chile, que tampoco pudieron prever la irrupción de Boric.
Tampoco faltó en Argentina en las elecciones de 2019, cuando mucho elector que ya había decidido volver a votar al kirchnerismo, prefirió callar su decisión a los encuestadores. Y en la legislativa del año pasado donde muchos colegas se sorprendieron con la pobre performance alcanzada por el Frente de Todos.
La espiral del silencio es el mayor problema que se nos presenta a muchas encuestadoras y que nos requiere un desafío mayor de interpretar las motivaciones de los votantes.
Está científicamente demostrado que las decisiones que tomamos diariamente están mas influidas por nuestras emociones que por nuestro pensamiento analítico.
En PGD Consultores asumimos ese desafío justamente con la pandemia, cuando a la par de investigar la opinión consciente de los entrevistados incluimos un análisis más profundo de su inconsciente, investigando también sus emociones.
Esta forma exhaustiva de investigar la opinión pública desde distintos ángulos de observación y aplicando complementariamente diferentes métodos predictivos es la que nos permitió detectar con bastante certeza las tendencias de voto en las últimas elecciones en las provincias de Río Negro y Neuquén, donde nuestras predicciones realizadas muchos días previo a las mismas se ubicaron dentro del margen de error (+/- 3%) con los resultados de las urnas (imágenes de abajo).
En PGD Consultores nos venimos preparando desde hace 10 años para estar a la altura de los acontecimientos y el 86% de efectividad global de nuestros trabajos en el cumplimiento de los objetivos planteados en las campañas electorales en las que participamos, lo demuestra.
Pablo Gustavo Díaz
Consultor en marketing político